Alguien intentó acercarse al empresario. Se celebró una reunión con el Fondo Monetario Internacional. Hay otros dos cambios en el gabinete. Encuentro con inversores extranjeros en Manhattan. Pero parece que no se puede conseguir nada.
Apenas un mes antes de las elecciones, la ansiedad seguía pesando sobre la mayoría de los votantes y la clase dominante. La coalición gobernante -hoy es más importante que nunca, con Christina Kirchner como principal líder político y Alberto Fernández como presidente- apuesta hoy por un choque confiado.
La movilización por el Día de la Lealtad que empezó ayer con el encuentro Nacional de Jóvenes de la Cámpora y terminará mañana con el acto convocado por la CGT, es un intento por volver a las fuentes, por dejar de lado, una vez mas, las diferencias internas y por recordarle a la oposición (política y empresarial) que el peronismo nunca se da por vencido. Noticias Internacionales.
Después, se verá…
También hubo conflictos y disparos a sus pies esta semana. Hoy sus acciones fueron anunciadas, denegadas y reanunciadas. Lo mismo sucedió cuando Gabriela Cerruti se incorporó al gobierno. Sí, no, renunció a la banca y finalmente se convirtió en portavoz. Ambas desarmonías son producto de cambios en los tiempos.
Desde que asumió, Fernández por primera vez va en contra de su esencia acaparadora de temas y funciones y delega. O, al menos, lo intenta.
Con Juan Manzur ya no puede ejercer como su propio Jefe de Gabinete. El Tucumano impone respeto. Y el mismo avión de su provincia que lo llevó a Nueva York con tres escalas intermedias (uno de los tiros autoflagelados de esta semana; el otro fue Aníbal Fernández contra Nick) lo puede regresar a la Gobernación si encuentra que la ecuación costo-beneficio no amerita el desarraigo.
Con Cerruti, Fernández comenzará a especializarse en la peor área de gobierno: la comunicación. Tarde o temprano, la reunión matutina del portavoz de la Casa Rosada al menos se transformará en una computadora política externa e interna. En un gobierno así, a pesar de los cambios, todavía hay gobiernos fragmentados y desordenados en todas partes, y las voces cotidianas al menos estandarizan la información.
Las idas y vueltas en reconocer la llegada de Cerruti fueron la resistencia de quienes no quieren que nada cambie. Y esos focos de resistencia están acallados pero aún existen.
La Jefatura política de CFK es tan clara hacia afuera como discutida adentro.
Rememorando ejemplos históricos, y más allá de las lógicas diferencias, cuando Cristina asumió como Presidenta elegida por Néstor, ¿no estaba claro que el Jefe Político era él? ¿Alguien se animaba a decir que esto era perturbador para la autoridad presidencial?
Cristina tuvo, como todo el mundo, costo de aprendizaje al llegar a la cima del poder. Fue ninguneada (un condimento histórico para cualquier presidente argentino), y el tiempo demostró que podía ser cualquier cosa menos un títere.
Hoy el rol se invierte. Ella es la Jefa Política y Alberto el Presidente. No comparten Olivos, está claro. Pero quizás radique ahí otro de los condimentos a rever en esta etapa. La dinámica de comunicación interna y toma de decisiones de fondo en la coalición gobernante. Ese mecanismo que funcionó en lo cotidiano y tan bien en la campaña del 19 (cuando Alberto, Cristina, Massa, Máximo, Cafiero, “Wado” y Larroque se reunían diariamente), una vez asumido el poder se diluyó y generó grandes lagunas por no decir océanos de conflictos.
En ese rol de Jefa, CFK puso ayer norte al nuevo eje discursivo. Nunca se le escuchó a la vicepresidenta un discurso tan peronista, tan abarcativo y con tantos guiños al sector empresarial. Cristina está atenta a lo que pasa en el mundo. Y el corrimiento discursivo a la derecha, las crisis post pandemia, la inflación de los precios de los alimentos y de la energía, no son una originalidad argentina.
De hecho, su día comenzó retuiteando el tuit del Papa. Algunas palabras de Francisco le fueron pasadas como guantes: «Para los medios, les pido que acaben con la lógica de la verdad, la desinformación, la calumnia y la difamación. Para los organismos internacionales de crédito, les pido que permitan que los países pobres garanticen lo básico». de su pueblo. Exigir y cancelar aquellas deudas que muchas veces lesionan los intereses de estas personas. Combatir el hambre requiere superar la fría lógica del mercado, enfocarse en reducir los alimentos a otra mercancía, y fortalecer la lógica de la solidaridad … ”.
Más papista que nunca, Cristina Kirchner se quedó con varios conceptos para el discurso de ayer a la tarde. Pero sobre todo se encargó de reivindicar al peronismo como un emergente superador de izquierdas y derechas.
Particularmente risueña estuvo al recordar una cena privadísima en el 2018 con, posiblemente, el empresario argentino más importante del sector alimenticio. “Si tu empresa hoy tiene balance negativo (entonces Macri era presidente) y en los 12 años nuestros se cansaron de ganar plata. ¿Me podes decir porqué no nos quieren?”
Alberto Fernández hizo la misma pregunta en la Casa Rosada el pasado lunes. Ese día recibió con almuerzo a Marcos Burgroni, Jorge Brito, Francisco Denavaez y Marcelo Mindlin. Además, a pesar de que Máximo Kirchner y Sergio Kirchner y Sergio Massa estuvieron en Santos en Brito hace una semana, la casa de San Isidro ha despejado las dudas de la organización, pero el paso del mismo actor le brindó el marco institucional ideal para la coalición gobernante. El contrato político-gremial-empresarial-social posterior a las elecciones.
La foto que se difundió del encuentro encuentra a todos muy risueños. No fue para menos. Alberto les pidió de entrada que lo tuteen. Rápido de reflejos, De Narváez contestó: “¿Qué dijo? ¿Tutéenme o putéenme?” .
Claro que por más clima distendido, ahí no estaban sentados todos. El Gobierno piensa en ese puntapié inicial para lo que viene. El gran tema es que el resto del circulo rojo (como se explicó en esta columna la semana pasada) ya no espera nada más que la derrota del Gobierno en las urnas.
La frialdad con que lo recibieron al Presidente en IDEA el viernes y las críticas posteriores a su discurso (donde no dijo nada distinto a lo que viene diciendo la coalición desde que llegó al poder) son muestra del hartazgo y —para el Gobierno— del gorilismo intrínseco de la clase empresarial dirigente.
Otro tanto percibió Juan Manzur en Manhattan con los hombres del Wall Street. El Jefe de Gabinete se movió como pez en el agua al enfrentar el cuestionario. Pero fue enfático en una definición: “Yo soy parte del esta coalición de gobierno, represento a gobernadores y a los sindicatos. Y les aseguro que es nuestra intención cerrar un acuerdo con el Fondo”.
En eso estuvo Guzmán toda la semana. Para la comitiva argentina, Kristalina Georgieva quedó menos herida de lo que se suponía después del intento por desbancarla, la posibilidad de que se rebaje la sobre tasa a los países sobseendeudados sigue siendo una posibilidad que se anunciará —dicen— antes de fin de año. Y la exigencia política de que el FMI haga una especia de mea culpa por haber sido participe de un crédito para la Argentina por fuera de la lógica de los estatutos del Fondo es casi una utopía a corto plazo.
Lo más probable es que, junto con el acuerdo, se emita una evaluación interna, la evaluación del plan Ex, y solo después de que se complete el préstamo a dos años, el fondo decidirá que una oficina independiente analice la cartera de inversiones argentina. Pero así como Alemania en ese momento logró diluir sus préstamos y planes a Grecia con otros países de la región, es probable que Estados Unidos (principal responsable de la deuda excesiva de Argentina) logre nuestro informe de deuda. La misma tecnología de blanqueo alemana se aplica en un marco más amplio.
Los guiños históricos siempre son interesantes. El FMI inauguró el programa de revisión independiente a determinados préstamos con nuestro país. El primer programa que se revisó fue el firmado con el gobierno de Fernando de la Rúa. En el fatídico 2001.
Bonus Track
“Ya no se gana ni se pierde por KO. Ahora todas las peleas son a quince rounds. Hay que aguantar, de eso se trata”. La definición del actual momento político pertenece a uno de los referentes de la coalición gobernante. Si bien se pondrá todo para achicar la diferencia, saben que un legislador arriba o uno abajo la realidad del Congreso el año que viene será de negociación permanente.
La cuenta indica que en el Senado el oficialismo pierde cuatro senadores. Y que Cristina Kirchner necesitará los votos de los provinciales (que cotizan al dólar paralelo a esta altura) para conseguir quórum. En Diputados pasará otro tanto.
Pero lo que si esta claro es que el Congreso se convertirá en el ámbito de los acuerdos políticos. El primero será la deuda. Y de ahí en más el resto de los pactos que parte de la coalición están pensando. No solo para asegurar la gobernabilidad de los años que quedan sino porque será negocio para quien vaya a gobernar en el 2023.
Con Información de Infobae.