Saltar al contenido
Noticias Internacionales

Cómo murió el criminal Amado Carrillo Fuentes mejor Conocido como «Señor de los Cielos»

abril 13, 2021
Amado Carrillo

Amado Carrillo Fuentes. Un domingo de noviembre de 1997 se encontraron tres vaquerías abandonadas en la carretera de la Ciudad de México al puerto turístico de Acapulco, lo que llamó la atención de la Policía Federal de Carreteras.

Aunque están sellados y manchados de sangre, aún emiten un olor nauseabundo. La policía abrió uno allí, rompió el cemento y encontró restos humanos. En la clínica forense de Iguala, sacaron otros dos cuerpos de dos tambores sin abrir.

Por la tarde se resolvió el misterio de los «Ambarbados«. Las víctimas eran tres hombres altos que habían sido torturados, y las autoridades los identificaron como Jaime Godoy, Carlos Ávila y Ricardo Reyes. El primero es un otorrinolaringólogo y los otros dos son cirujanos plásticos.

Finalmente, también es colombiano. Todos ellos formaban parte de un equipo que falleció tras someterse a una cirugía plástica facial y liposucción al narcotraficante Amado Carrillo en un hospital de la Ciudad de México el 3 de julio del mismo año.

Para entonces, otros dos médicos que habían participado en aquella operación estaban muertos y uno más desaparecido.

Nadie supo quién secuestró y asesinó a los médicos. Tampoco hubo certeza sobre las verdaderas circunstancias en las que murió Amado Carrillo. 

La versión oficial anota que un paro cardiaco le sobrevino tras ocho horas de operación, pero hubo testigos que afirmaron que del quirófano había salido vivo. Luego la autopsia reveló que le habían suministrado un medicamento hipnótico mezclado con anestesia, que le produjo un paro respiratorio. 

Todavía hoy hay dudas suspicaces sobre las causas de su fallecimiento y hasta versiones de que sigue vivo, en Argentina o Chile, y colabora con la DEA.

Tan misteriosa fue la muerte como la vida de este cnarco que se convirtió en un poderoso traficante de cocaína en México, líder del Cártel de Juárez y conocido como “El Señor de los Cielos” por poseer la más grande flota de avionetas para el tráfico de Colombia a México y Estados Unidos. Noticias Internacionales.

La DEA afirmaba que poseía al menos 30 aeronaves, incluidos algunos Boeing 727 a los que les quitaba el fuselaje, los asientos y todo lo necesario para transportar la droga.

Su vida es objeto de recreaciones inverosímiles en producciones de televisión popularmente conocidas como las narcoseries.La DEA afirmaba que poseía al menos 30 aeronaves, incluidos algunos Boeing 727 a los que les quitaba el fuselaje, los asientos y todo lo necesario para transportar la droga.

Cuando murió, la DEA y la revista Forbes le calcularon una fortuna que rondaba los 25.000 millones de dólares en negocios y propiedades, acumulados en 17 años de carrera como narcotraficante.

Amado Carrillo – El narco de los dos pueblos

En la pequeña comunidad de Guamuchilito, municipio de Navolato, Sinaloa, había una finca de 24.000 metros cuadrados, de la que se levantaban pinos y palmeras, y donde corrían cabras, borregos y avestruces. Allí vivió hasta su muerte, en 2014, doña Aurora Fuentes López, madre de ocho hijos: Angélica, Amado, Cipriano, Vicente, Guadalupe, Alberto, Rodolfo y José Cruz.

Dicen que la llamaban «mi niña» y que sus hijos Amado y Vicente construyeron para ella ese rancho que dejaba atrás los años de pobreza de los hermanos Carrillo Fuentes, hijos de doña Aurora y Vicente Carrillo Vega, y sobrinos del narcotraficante Ernesto Fonseca Carrillo, uno de los fundadores y líderes del Cártel de Guadalajara.

Amado, el segundo de los ocho hermanos, adoptó como su pueblo natal Guamuchilito, pues dicen que en realidad nació en La Tuna, municipio de Badiraguato, el 17 de diciembre de 1956. Apenas estudió, porque desde la adolescencia se enroló con su tío «Neto» a cuidar sus campos de marihuana y servir como «mula» para el traslado de droga.

El joven Amado mostraba obediencia, lealtad, disciplina y discreción a la hora de cumplir los encargos de su tío. También se cuenta que era astuto, despiadado con sus enemigos, mujeriego, que le gustaba el alcohol y la coca, y que al mismo tiempo era generoso con los suyos, su familia y sus dos pueblos: La Tuna y Guamuchilito, a los que dotó de iglesia, jardín, escuela y otros servicios.

Amado Carrillo
Amado Carrillo junto a uno de los aviones

En realidad, poco se sabía de él cuando vivía. La policía, cuando comenzó a perseguirlo, sólo tenía una vieja fotografía suya y ni siquiera sabía su edad.

El sigilo lo acompañó desde sus primeros años de narcotraficante, cuando su tío don Neto, como llamaban a Fonseca, lo mandó al poblado de Ojinaga, en Chihuahua, a que aprendiera todo del negocio de la marihuana con uno de sus socios, Pablo Acosta Villarreal «El Zorro de Ojinaga».

Para Acosta Villarreal, Amado fue su favorito, su protegido, y durante más de 10 años trabajo a su lado, primero como su asistente y después como segundo en jerarquía. La mancuerna acabó cuando Amado lo mandó matar en abril de 1987. La traición vino de la mano de Guillermo González Calderoni, entonces director de Intercepción, Aérea, Terrestre y Marítima de la PGR, acusado años después de proteger a narcotraficantes de diversas organizaciones.

Con todos los datos para ubicarlo y un millón de dólares de pago, Calderoni acribilló a Acosta Villarreal y dejó libre el camino para que Amado Carrillo asumiera el control del grupo narcotraficante que operaba en Ojinaga, que más tarde se convirtió en el cártel de Juárez, uno de los más poderosos en México.

El nacimiento de un cártel

Cuando Amado Carrillo se trasladó a Ojinaga, en los años 70 del siglo pasado, un ex policía de la Dirección Federal de Seguridad (DFS) –la entonces policía política mexicana–, encabezaba las primeras operaciones de lo que sería el Cártel de Ciudad Juárez, en Chihuahua.

Su nombre es Rafael Aguilar Guajardo (Rafael Aguilar Guajardo), unos años después, los medios lo confirmaron como dueño de un exclusivo club nocturno en la Ciudad de México, él y el empresario Geraldo Gerardo Terrazas compartían su propiedad.

Con él comenzó a hacer negocios Amado Carrillo, se ganó su confianza, consiguió que lo dejara manejar la droga que llegaba de Colombia y le compartiera sus contactos. Al poco tiempo ya había desplazado a su socio en los envíos de cocaína a Estados Unidos.

A finales de la década de los ochenta, Carrillo Fuentes dejó Ojinaga y asentó en Ciudad Juárez, bajo total anonimato. Desde allí construyó el poder de un cártel que, de acuerdo con la DEA, sumaba ganancias semanales de 200 millones de dólares por el tráfico de cocaína y después heroína.

Por aquellos años también se ganó el sobrenombre de «El Señor de los Cielos«, con su flota de aviones Boeing de dos turbinas y 68 plazas y aeronaves tipo Caravelley que transportaban hasta seis toneladas de drogas.

El gobierno de Estados Unidos estimó en 1994 que el Cartel de Juárez manejaba cocaína colombiana que llegaba al país vía México, 60% de la cual era cocaína, y la única organización introducía cuatro veces más cargamentos de droga que todos sus competidores. 60% de la cocaína colombiana que llega al país vía México

A Amado Carrillo lo señalaba como uno de los narcotraficantes más poderosos del mundo al desbancar a su competencia colombiana, en especial el cartel de Cali, de los mercados estadounidenses de Chicago, Atlanta, Oklahoma y Seattle.

El más satisfecho con él era su socio Aguilar Guajardo. Pero no compartió el éxito por mucho tiempo. El 12 de abril de 1993, en un muelle de Cancún, Quintana Roo, Aguilar Guajardo fue acribillado cuando iba a abordar una lancha.

Como sucedió con Acosta Villarreal, se dijo que Amado Carrillo Fuentes había pagado un millón de dólares por su muerte.

La muerte sospechosa de Amado Carrillo

A Amado Carrillo le llevó 6 años escalar a la cima del narcotráfico desde Ciudad Juárez. Protegido por policía y hasta militares, custodiado siempre y discreto en sus movimientos y estilo de vida, lograba pasar inadvertido, a diferencia del resto de capos de la época.

El 24 de noviembre de 1993, el día que lo atacaron en el restaurante Bali Hai en el sur de la Ciudad de México, terminó con la paz. Gracias a su guardaespaldas Alcides Ramón Magaña, «El Metro», se salvó, pero la investigación iba dirigida contra ellos.

Para entonces, Carrillo Fuentes estaba involucrado en 26 investigaciones en Estado Unidos y en México había dos órdenes de aprehensión en su contra por delitos contra la salud.

La DEA además ofrecía 5 millones de dólares y 30 millones de pesos la Procuraduría General de la República, por información que llevara a su detención.

Amado, al parecer, confiaba lo suficiente en la red de protección que había tejido, porque la prensa afirmaba en su momento que entre mayo y julio de 1997 viajó a Rusia, Cuba y Chile para expandir su imperio, y que entre sus planes para evadir a la justicia estaban la cirugía plástica y la liposucción, aprovechando lo poco que lo conocían.

El 3 de julio de 1997 Antonio Flores Montes llegó al Hospital Santa Mónica de Polanco, una de las zonas más singulares de la Ciudad de México, y recibió al célebre médico colombiano Ricardo · Cirugía de precisión de Ricardo Reyes.

El doctor sabía que se trataba en realidad de Amado Carrillo Fuentes, quien falleció al cabo de la operación «por la presencia residual de agentes farmacológicos de tipo anestésico», de acuerdo con el informe de la autopsia que se dio a conocer en su momento.

Su muerte fue declarada a las 6 de la mañana, en la habitación 407, donde Amado estaba completamente solo.

Al día siguiente, su cuerpo fue trasladado a la Funeraria García López, uno de los más exclusivos en la capital mexicana, que se encargaría de trasladar a Culiacán y después a Badiraguato a Antonio Flores Montes, de 42 años, originario de Zacatecas, según su certificado de defunción.

Esa misma tarde la PGR informó en un comunicado que desde el 4 de julio por la noche, recibió informes de que «El señor de los Cielos» había fallecido. La información fue avalada por la DEA, aun sin ver el cadáver.

Su cuerpo fue mostrado públicamente una semana después, en el ataúd. De su rostro sobresalía el negro bigote que despertó las suspicacias: ¿acaso no tuvieron que afeitarlo para la cirugía?, se preguntaba la prensa. Surgieron las suposiciones sobre un doble. Era una de las estrategias de Carrillo Fuentes para evadir a las autoridades y a sus rivales.

Coincidió en esos días la desaparición de un comandante de la Policía Judicial del Distrito, José Luis Rodríguez «El Chiquilín», a quien la prensa le adjudicó un sospechoso parecido con Amado Carrillo. Además, nada se sabía de él desde unos días antes de la muerte del capo.

También te puede interesar Rottweiler

Las sospechas las avivó, dos años después, en 1999, el periodista José Alfredo Andrade Bojórquez, en su libro Desde Navolato vengo: biografía de Amado Carrillo Fuentes, en el que describía las desapariciones de quienes habían sugerido que Amado Carrillo Fuentes no estaba muertoEl autor también desapareció en noviembre de ese mismo año.

Más de 20 años después de la “muerte” de Amado, ni la PGR sabe lo que realmente sucedió.

En la solicitud de información, el periodista Omar Sánchez de Tagle, de Animal Político, le pidió a la PGR el resultado de los estudios histopatológicos practicados en riñón, hígado, pulmón, encéfalo, cerebelo, médula, miocardio, bazo y páncreas del cadáver analizado en julio de 1997 y los resultados de la identidad del ADN.

La Subprocuraduría Especial de Investigaciones en Delincuencia Organizada (SEIDO) le contestó que no había pruebas periciales ni de ADN para conocer públicamente la causa y aseguró que 7 áreas distintas de la PGR afirman que no existen documentos sobre averiguaciones previas, actas circunstanciadas o investigaciones abiertas que involucraran al líder del Cártel de Juárez. La única información disponible eran dos boletines de prensa sobre su muerte en 1997.

A raíz de la «muerte» de Amado Carrillo, su hermano Vicente, conocido como «El Viceroy», quedó al frente del Cártel de Juárez hasta el 9 de octubre de 2014, cuando fue detenido por elementos de la Policía Federal en Torreón, Coahuila, junto con su chofer y escolta, Jesús Dimas Contreras.

Su hermano Rodolfo, a quien llamaban «El Niño de Oro», fue asesinado en 1997 en Cinépolis de Culiacán, Sinaloa, y a José Cruz, el más joven, lo desaparecieron.

En la finca de Guamuchilito sólo quedaron las hermanas y el recuerdo de una de las más poderosas familias del narco en México.

Con información de infobae.