Ayer, el niño Jonathan Oliva, de 13 años, murió dramáticamente tras ser succionado por una alcantarilla destapada. Es residente de Luyanó, barrio Diez de Octubre, La Habana, Cuba.
Las alcantarillas desbloqueadas persistieron durante el abandono de Castro y se han multiplicado en número en los últimos años. Además, los sistemas de alcantarillado colapsados también contribuyen a las inundaciones.
Cada vez que se declaraban fuertes lluvias, el régimen de Castro tenía que cerrar las escuelas porque no había autobuses en Cuba y todos podían caminar desde casa a la escuela o al trabajo.
Cualquiera que tenga que ir a trabajar o estudiar un día en el que se esperan fuertes aguaceros se enfrentará a escenarios de riesgo similares a los que acabaron con la vida de Jonathan.
Jonathan Oliva todavía estaría vivo si no hubiéramos sufrido el colapso acelerado de la infraestructura en toda la ciudad y la falta de sensibilidad por parte de los tomadores de decisiones políticas de Castro.
Hoy el municipio de Luyanó sufre el dolor tras la trágica muerte de Jonathan, quien fue arrastrado por un tragantea durante las inundaciones del pasado lunes.
