El evento familiar, que comenzó el sábado en el campo, terminó con un padre identificando el cuerpo de su hijo en el Inacif.
La vida de Julio César de la Rosa Peralta terminó inesperadamente luego de ser atropellado por un vehículo en un accidente que hasta el día de hoy sigue siendo desconcertante.
El sábado 15 de junio, como casi todos los días desde el 6 de abril, Junior (como lo llama su familia) viajó con ellos a un terreno que heredó en Hato Damas de San Cristóbal.
Su padre y Alicia Ortega le dijeron a El Informe que el lugar que cuidaba se había convertido en su pasión.
Al llegar al terreno a 55 minutos en auto desde la capital, fueron testigos de cada movimiento de este joven, desde poner los cimientos, construir la casa hasta cultivar alimentos.
