Santo Domingo. – La vida de Nelson Félix Miranda Hermida muestra cómo la impunidad puede destruir familias enteras. Fue policía. Fue acusado de varios crímenes. Nunca fue condenado. El domingo mató a su esposa y a su suegra. Luego se suicidó.
El hecho ocurrió en el sector El Milloncito, del Distrito Nacional. Las víctimas fueron Mayira Martínez Romero y Dorith Romero. En la casa, la Policía encontró una pistola 9 mm, seis casquillos, dos teléfonos y una carta donde el agresor hablaba de celos y problemas familiares.
No era la primera vez que este hombre aparecía en un caso violento. En 1978, asesinó a su primera esposa, Ana Argelia Breo, de 22 años. Le disparó en la víspera de Nochebuena. Solo cumplió dos años preso y salió libre sin condena.
Ocho años antes, en 1970, había sido vinculado a un asalto al Royal Bank of Canada. Se robaron 83 mil pesos. Fue identificado, pero lo descargaron por “falta de pruebas”.
En 1987, volvió a ser mencionado en un atentado donde murió Yanira Urraca Jiménez, hijastra de un testigo clave en un juicio político. Otra vez, el caso quedó sin castigo.
La abogada Taten Brache fue clara: “Este hombre fue protegido por un sistema que nunca lo detuvo. La impunidad permitió que siguiera armado y peligroso”.
Vecinos y familiares dicen que fue denunciado varias veces por amenazas y maltrato. Nadie actuó. “Se creía intocable”, contaron.
El crimen ha causado indignación nacional. Muchos cuestionan por qué un exagente con ese historial podía tener un arma legal y vivir libremente.
La historia de Nelson Félix Miranda Hermida resume casi 50 años de errores judiciales. Un hombre violento. Un Estado ausente. Cuatro vidas perdidas. Y un país que vuelve a preguntar: ¿hasta cuándo la impunidad?